La importancia de llevar el pijama – de raso- del Capitán Picard

El capitán  Jean-Luc Picard era un fashionista, todo un it-boy interestelar. Aparte de ser el único que llevaba con algo de dignidad (y sin curva de la felicidad) los uniformes de la flota estelar, era el flamante poseedor de “EL PIJAMA”.

No ha habido un pijama como el del Capitán Picard – con escote, de semiraso, a medio camino entre lo moderno y lo japonés- desde los tiempos de ‘La nueva generación’. Un punto ridículo, bastante naif. Y nada podría resultar más significativo de cómo han cambiado la televisión y los gustos desde los tiempos en los que la Nueva generación era nueva de verdad hasta ahora. Porque la moda nos dice más de lo que creemos.

El optimismo  y la inocencia de aquellos tiempos de naves limpias, vestidos brillantes, mallas, cardados y personajes con un código moral, hacían posible que alguien como el capitán pudiera ponerse ese pijama y resultar creíble. Ahora intenta imaginar a Walter White, a Jaxs Teller- que directamente ignora la existencia de la ropa para dormir-  o a Nucky Thompson con el pijama de Jean-Luc. No funciona. Porque los protagonistas de ahora están podridos por dentro. Los tiempos modernos en televisión piden vestir de colores oscuros, con telas mate; que los tiempos no están para esos dispendios, algo de gomina si vives en los años 30 tendrá que bastarte.

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Lo mismo va para las sábanas de raso, negro porque Picard tiene una vida aunque no nos la enseñen.  En los tiempos que corren lo decadente no lo encontramos fuera de los personajes sino dentro. Morales por las que el bien resbala tan fácilmente como un cuerpo en dicha tela pero en entornos espartanos. Porque la vida es dura. Y no podemos permitirnos que el espectador lo olvide. Lo que tienes a tu alrededor es tu enemigo y no va acogerte con telas suaves y habitaciones limpias, te va a dar una patada en el trasero en mitad del desierto de Albuquerque.

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Pero el problema de la ropa de dormir del Enterprise no se queda ahí, en las salas de guionistas obsesionados con los pijamas de franela, con las camisetas negras largas para dormir y, en general, todo aquello que esté lejos de esa explosión de color que era la nave insignia de la flota estelar a la hora de dormir o descansar (no olvidemos LA camisa de Riker tampoco)… Los espectadores de hoy en día no están preparados para semejante despliegue de telas brillantes. Que somos más de vaquero y ropa interior blanca de esa que lo mismo te sirve para un roto que para un descosido.

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Si hoy en día Picard nos mostrase sus galas nocturnas y William Riker su camisa seductora, sin la protección que da la nostalgia, serían víctima de twitter, los simpsonizaríamos y nos reiríamos de ellos, por horteras y por ingenuos. Por creer que uno puede mostrar sus mejores colores en la televisión hoy en día. Si ni los calzoncillos blancos de Walter White están a salvo de los espectadores despiadados en los que nos hemos convertido – nada es suficiente, todo puede ser mejor, más realista, más oscuro- ¿Cómo esperamos que sobreviva Jean Luc con su pijama?

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